Tú has venido a la orilla,
no has buscado
ni a sabios ni a ricos,
tan sólo quieres
que yo te siga.
Señor me has mirado
a los ojos,
sonriendo
has dicho mi nombre,
en la arena
he dejado mi barca,
junto a ti buscaré otro mar.
Tú sabes bien lo que tengo,
en mi barca no hay oro
ni espadas,
tan sólo redes y mi trabajo.
Tú pescador de otros lagos,
ansia eterna de almas
que esperan,
amigo bueno
que así me llamas.